Emprender. Sinónimo de crecer, no de fracasar.
Cuando hablamos de emprender, uno de los temas más tocados es el fracaso. El error. La equivocación.
Hoy la píldora tiene varios nombres:
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Fracasar es haberlo intentando
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No tengas temor a fracasar
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Equivocate rápido
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Equivocate barato
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Si no arriesgas no ganas
Y varias más…
Todas apuntan a curar lo mismo: el malestar de fracaso. En algunos casos, inclusive, es una píldora preventiva, pre fracaso. Abrimos el paraguas. Puedo fracasar ¿no? ¡Si estoy emprendiendo!
La verdad es que hay varios males relacionados y que entran en juego a la hora de hablar sobre emprender, todos estos de la misma familia y todos buscando el mismo objetivo: ¡TU FRACASO!
Tomemos lista:
- El miedo, que nos paraliza y nubla. Nos deja inmóviles. No podemos tomar decisiones competentes y ser productivos.
- La incertidumbre, que aletarga proyectos, nos hace gastar recursos mucho más de los que deberíamos.
- Los egos, que interfieren y dañan, tomando el control cuando no son invitados. Irrumpiendo conversaciones, sesiones de ideas y más.
- Por último, el fracaso, que está siempre ahí, espiando, esperando su oportunidad, listo para saltar a la acción con una pancarta con letras en negrita y font size 90: “TE LO DIJE”.
Y si hablamos específicamente del fracaso, todavía hay más..
El fracaso es consecuencia. Consecuencia de una montaña de cosas y algunas más también. Decisiones erróneas, acciones no llevadas a cabo y equivocaciones por algunos de los influencers de nuestra lista anterior.
Pero el fracaso también es causa. Causa de redirigir. De animarse a virar (y a vivir). A tomarnos un tiempo y evaluar. A ser mejores y hacer que los y las demás sean mejores.
Si hiciera un análisis con emprendedores y emprendedoras de todo el mundo y suponiendo que todas las personas encuestadas contestaran de manera honesta, dudo que el porcentaje mayor sea del grupo “mi primer emprendimiento fue una victoria”. Asumo que el grupo mayoritario sería el de “fracasé pero aprendí y crecí”, seguido del de “fracasé, aprendí y volví a fracasar” (estos últimos solo porque fueron más honestos en la encuesta).
Y entonces, ¿qué hacemos? ¿vivimos pensando en el fracaso? ¿miramos constantemente a nuestros alrededores buscandolo ahí, oculto y acechandonos?
Resulta que los y las emprendedoras estamos casi obligados por naturaleza a sacar lo mejor de cada situación. Ir en contra de nuestros instintos de creatividad, liderazgo y ganas de hacer es como pedirle a un animal que no se defienda en un momento crucial bajo ataque. Es lo que somos, lo que nos distingue, lo que nos hace una raza única. Supervivencia y vivencia.
Entonces, cuando hablamos de emprender, seguro que el fracaso va a aparecer. No tengas dudas. Lo importante es como puedas manejarlo. Cuanta flexibilidad mental hayas desarrollado y entrenado con el tiempo para no caer en el abismo de la procrastinacion, el desánimo y la tristeza.
Emprender es aprender a convivir con el fracaso, también.
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